Descubrí el Ashtanga Yoga en mi último año de formación como bailarín. Fue años después y a raíz de una lesión cuando decidí darle más espacio a la práctica en mi día a día. Así fue como conocí Madrid Ashtanga Shala en el 2016. Durante los primeros años de la práctica recuerdo lo excitante que fue y sigue siendo el desaprender todo lo que mi cuerpo y mi mente conocía. Empezar a trabajar de una forma sana, honesta dedicándole el tiempo y el espacio a cada sutileza que va apareciendo. Desde ese momento me he ido enamorando cada día un poco más de esta práctica. Siento un profundo agradecimiento a mis maestras de Madrid Ashtanga Shala que me acompañan a diario y sin las cuales no habría podido seguir ahondando y llegando a lugares mucho más profundos que no tienen que ver solamente con el plano físico. En estos años he realizado talleres con Hamish Henry y Lu Andrade El hecho de poder subirme a la esterilla a diario lo siento como una oportunidad única e irrepetible donde podemos redescubrirnos, escucharnos, mirar hacia dentro sin expectativas dejando que la propia práctica vaya calando. Un aprendizaje continuo donde poder abrir espacios más amables a los que rendirse.